viernes, 13 de febrero de 2015

1986 - AUSTRALIA

En contraste con las horrorosas condiciones del profundo Borneo, en Australia 86 se cubrió la mayor distancia en la historia de los 7 Camel Trophy en el tiempo más corto. La prueba se desarrolló en el extremo norte del estado de Queensland, en la parte tropical de la Península del Cabo de York. La ruta desde el histórico asentamiento de Cooktown, mirando a la Gran Barrera de coral, llevo a las 14 naciones participantes a través de 3.218 kms de desierto antes de alcanzar su destino en Darwin, 13 días después. Se trata de una de las zonas más cálidas y húmedas del mundo, con una media de dos huracanes por año, y provista de una intrincada vegetación selvática formada por arbustos muy duros, cuyas raices crecen en ocasiones por encima del nivel del suelo. Basta recorrer unos cuantos kilómetros para entender que quería decir el capitán Cook cuando lo calificó de “tierra inhóspita”.,

En esta aventura del Camel Trophy, además de países ya veteranos en el trofeo, participaron por primera vez equipos de Australia, Gran Bretaña, Francia y Malasia. La representación española, tras el habitual proceso de selección – cada vez más duro, debido al incesante aumento de solicitudes – quedó en manos de Sergio Klein e Ignacio Aguirre, que formaron el equipo peninsular, y de Javier MENA y José Robayna, integrantes del equipo canario. Aunque solo tomaron parte 14 equipos, esta fue la edición con mas alta participación de su historia, conduciendo otra vez un Nuevo tipo de vehículo salido de las fábricas de Land Rover, el Land Rover 90. 

La expedición se reunió en Cooktown, en la costa del Pacífico bordeada por la gran barrera australiana de arrecifes de coral, con todos sus integrantes dispuestos a conducir sus vehículos hasta una lejana meta de la que les separaban un sinfín de dificultades: cocodrilos de hasta siete metros en los ríos que era preciso vadear, aparatosos accidentes, riesgos de graves enfermedades, peligrosas serpientes que incluso buscaban acomodo durante la noche en las ropas de los expedicionarios.


Las pruebas especiales, tanto las de orientación como las de dominio de los vehículos, resultaron verdaderamente duras, sobre todo si se tiene en cuenta que el trayecto era en si mismo una prueba interminable, en continua lucha contra el calor, los riesgos de deshidratación – que los aborígenes combaten untando sus cuerpos con grasa de canguro – y las numerosas averías mecánicas a que fue preciso hacer frente. El convoy progreso a través del seco y polvoriento interior haciendo una media de aproximadamente 250 kms diario durante las 2 semanas que duro la expedición.

Un momento de especial incertidumbre se produjo cuando la expedición tuvo que cruzar el río Michel (foto derecha) inagurando una nueva forma de transporte que ayudaria a forjar la leyenda del Camel Trophy: “El Rafting”. Los vehículos se colocaron sobre dos lanchas zodiac, dispuestas en paralelo, con una plataforma encima y sendos motores fuera borda. Al riesgo de hundimiento de tan inestable embarcación, se unía la presencia nada amistosa de algunos cocodrilos que, afortunadamente, no tenían el tamaño de otros contemplados días antes por los hombres del Camel Trophy. El comboy empleo 24 horas en cruzar el caudaloso río.

Todas estas peripecias se sucedieron bajo el cielo australiano con la presencia de un espectador de excepción: el cometa Halley, que en 1986 volvió a hacer visible su estela luminosa sobre nuestro planeta, suscitando una vez más esa mezcla de interés científico y temor atávico que siempre ha estado unida a su nombre a lo largo de la historia.

Es probable que algunos de los participantes intentaran descifrar en la pálida luz del astro algún signo revelador de su suerte en la prueba o que incluso le atribuyeran el rostro benévolo o esquivo que les mostraba la fortuna. La verdad es que tuvieron pocas oportunidades para entretenerse en este tipo de conjeturas, pues la dureza del recorrido exigía en todo momento una gran concentración y el máximo aprovechamiento de las horas de descanso para reponer fuerzas.
 
Al final, El equipo francés formado por Jacques Mambre (con una herida severa en la cabeza) y Michel Courvallet, que participaban por primera vez en una edición del Camel, fueron declarados ganadores en la meta de Darwin y segundos los italianos, seguidos muy de cerca por el equipo canario, que alcanzaba el mejor puesto logrado hasta entonces por los representantes españoles en el Camel Trophy, en lo que al aspecto competitivo se refiere. El premio al espíritu de aventura fue reservado para los australianos Glenn Jones y Ron Begg.

Uno de los participantes resumía con estas palabras la experiencia australiana: “ha sido un acontecimiento feliz para todos. Hemos escapado durante unos días a la monotonía de la vida cotidiana y hemos descubierto en nuestro propio ser aspectos que ignorábamos. En cierto modo ha sido una victoria de cada uno sobre sí mismo”.

Video en español con Miguel de la Cuadra Salcedo:



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